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15 de marzo de 2011

Síndrome chino: cuando el cine anticipó la fusión de un reactor

La película, de 1979, protagonizada por Michael Douglas y Jane Fonda, imaginaba un accidente en una planta estadounidense, tan grave que el combustible nuclear corroía la base de cemento y abría un profundo surco en el subsuelo que... ¡podía llegar a China!


En este caso, la causa del accidente era la desidia del operador de la usina de energía atómica que había desatendido los signos que preanunciaban la catástrofe. El personaje central, encarnado por Jack Lemmon era un ingeniero que luchaba contra la irresponsabilidad de los operadores de la planta y que en su desesperación por no ser escuchado apelaba a la prensa.

El caso del accidente nuclear japonés, en cuya progresión muchos ya avizoran un nuevo Chernobyl, reaviva también el espectro del "síndrome chino", expresión que la película realizada por James Bridges y que llevaba el mismo nombre hizo conocida.

El argumento preanunciaba un Fukushima: un reactor nuclear fabricado por empresas inescrupulosas y operado del mismo modo presentaba una serie de fallas que llevaban a filtraciones del combustible del núcleo. Al no ser correctamente enfriado, la temperatura sube, se funde y atraviesa la vasija que lo contenía, corroyendo el cemento del edificio y empezando a filtrar hacia el fondo de la tierra. Del otro lado: China.

El incidente nuclear en la central de Three Mile Island, cerca de la ciudad de Harrisburg, en Pennsylvanie, tuvo lugar a sólo 15 días del estreno de Síndrome chino.

En este caso, la catástrofe fue controlada: el sistema auxiliar de enfriamiento funcionó y la filtración pudo ser contenida.

Es justamente la dificultad para enfriar el núcleo del reactor lo que pone en marcha el mecanismo que puede llevar al síndrome chino. Al fallar, como ha sucedido en Fukushima, los sistemas de enfriamiento normal, el combustible contenido en el corazón del reactor se recalienta y una parte empieza a fundirse. Se forma un "corium", una suerte de magma hirviente -que puede alcanzar temperaturas superiores a los 2.500 grados-, una mezcla de pasta semilíquida del combustible nuclear y partículas metálicas que lo protegen, entre otros elementos. El problema es saber si ese magma atravesará o no la vasija o carcasa, si luego podrá perforar el cemento de la base que sostiene parte de la instalación, última barrera antes de llegar a la tierra. Último límite antes de que se desate el síndrome chino.

Esto es lo que no sucedió en 1979 en Three Mile Island. Pudo ser evitado pero tuvo consecuencias ya que hubo que arrojar a la naturaleza emanaciones de líquidos radioactivos y gaseosos. Lo mismo está sucediendo en Fukushima pero sin que se pueda afirmar todavía que lo peor está descartado.

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