Tempe, Arizona. Venía con un bluyín, franela de cuello corto y su bolso atado diagonalmente a su pecho. Entró, saludó, le pidió al ayudante del clubhouse una bebida nutricional y comenzó a vestirse para el juego. “Aquí, en lo mismo de siempre, otro año más”, contaba.
Pero aquella introducción para romper el hielo no era, para nada, altisonante o antipática sino más bien cálida, con una sonrisa. “Es que yo vivo el beisbol al máximo, lo disfruto al máximo”, comentó Bob Abreu. En ese momento, cuando se sentó, accedió a nuestras peticiones. Él sabe que la prensa es una parte de su trabajo y siempre la atiende cordialmente.
Ahora será el bateador designado y segundo bate del equipo, en una suerte de reingeniería. No obstante, él se siente como todos los años, contento. “Hemos tenido que hacer ajustes. No es lo que estoy acostumbrado a hacer, porque allí, en el outfield, estás más activo, subes, bajas”.
“El rol de designado es diferente y hay que enfocarlo de otra manera. Lo de segundo bate no me preocupa, porque eso viene siendo para mí como un tercer bate, ya que el 9º y el 1º siempre van a estar en circulación, y eso me va a permitir remolcar carreras. Por eso creo que no será una readaptación en ese sentido, ahora en lo del designado, sí”.
El año pasado, el aragüeño dejó saldo de .255 (574-146), con 88 anotadas, 41 dobles, 78 remolcadas y 24 estafadas. “Una temporada como ésta para cualquier pelotero es considerada buena, pero para mí ellos dicen que es mala.
Creo que no fue tan exitosa como las otras, pero conseguí batear dobles, robar bases, tomé bastantes bases por bolas (87). En realidad, no la considero mala. Este año seguiremos pidiendo salud, porque sé que los números estarán allí”, explica.
El puesto de designado es uno de los que nadie quiere. Cuesta mucho salir a batear nada más. Esto implica mucho trabajo. “Uno desde que estaba en pre infantil lo que te gustaba era batear, pero en esta ocasión es diferente, porque se trata de estar preparado para hacer el trabajo cada vez que te paras en el home. Es lo único que te toca hacer”, comenta Abreu.
La idea es estar a tono, caliente, entrenado, para cuando toque la oportunidad. “En la casa no vamos a tener problema, porque allí cerca del clubhouse tenemos la jaula de bateo y eso me permitirá hacer swings entre cada turno. El problema será cuando sea visitante. Voy a tener que comprar un maquinita de esas que te ponen las pelotas allí, para hacer soft toss, para mantenerse caliente en los otros dugouts. También en esos clubhouses hay bicicletas, eso también lo haré para alistarme“, explica.
Una de las cosas que se le pide a un segundo bate es que se vaya detrás del corredor. “Yo no tengo que cambiar mi manera de hacerle swing a la bola. Afortunadamente puedo manejar bien mi bate y sé cuándo le puedo dar a la bola hacia el otro lado o halarla. Eso depende de las situaciones de juego”, anota.
Con toda esta concentración y sin las preocupaciones de atrapar pelotas, los celestiales creen que el “Comedulce” será ese pelotero que todo mánager quiere tener en su equipo, ese toletero polivalente, capaz de sacar pelotas, conquistar la segunda con sus propios medios y mantenerse en circulación. Como segundo en el orden, quizá se termine de consagrar como ese jugador con un OBP vitalicio de .400 y con otro año con 20 jonrones y 20 remolcadas.
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