Dejaríamos de alimentar al ego que se formó con la mirada de los demás, que desde su propio adormecimiento nos hicieron creer que éramos tal o cual personaje, y que había que hacer tal o cual cosa para no ser raleados del mundo. ¿Quién es ese yo que tiene una mente? Cerremos los ojos y observemos quién está adentro? En el momento en que nos detenemos a observar, se va deteniendo el pensamiento, ¿qué vemos?
Cuánto más logramos prolongar ese instante día tras día, vamos a controlar con mayor rapidez el pensamiento loquito, desaforado, sufrido, que analiza y teme, que recuerda y supone y vamos a entrar en el control de esas imágenes, como si las viéramos en una pantalla de cine, de la cual nosotros somos el proyector, y hasta podemos elegir cuándo proyectar la película o cuando descansar la máquina, y cuándo volver a encenderla y que escenas observar en esa gran pantalla en blanco. Nosotros somos la electricidad dice Amma. El Ser es eso, Todo lo demás son lamparas, bulbos, bombitas, de distinta luminosidad, color, intensidad, o consumo. Sólo existe el Ser, lo demás es una proyección más o menos ténue de lo que somos. A mayor despertar, la proyección se controla absolutamente, a menor despertar, o adormecimiento brutal, las escenas se descontrolan , nos pueden y aniquilan vida tras vida. Pronto va a cesar el pensamiento mental.
Los avatares, seres de luz concientes también sugieren que utilicemos un mantra. Una frase, una sola impresión de la mente que sirva para detener a todas las otras. Entre mantra y mantra, suele producirse un instante de silencio, en ese instante cesa la mente limitada, que mira hacia afuera, y nos fundimos en lo que realmente somos, en nuestro estado divino,la conciencia en estado puro. Elegí el mantra que quieras. El más efectivo según cuánta tradición espiritual se conoce en el planeta es el “YO SOY”; Se siente el YO al inhalar, y se exhala con el SOY; pero cualquier definición de tu luz, de tu verdad, de tu amor, funciona en forma magnífica, basta que percibas que sos tantísimo más que el cuerpo y la vieja mente, mientras te focalizás en ese mantra que barre con la amnesia transitoria en la que hemos estado sumergidos.
¿Te animás a intentarlo?
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